miércoles, 15 de septiembre de 2010

LOS COLORES TERCIARIOS


Son los intermedios entre un primario y un secundario. Su carácter es esencialmente social, de relación.

BERMELLÓN. Intermedio entre el rojo y el anaranjado, representa la fortaleza, especialmente la de espíritu. Su exceso lleva a la rigidez y el autoritarismo ("síndrome del cuartel prusiano").

DORADO. Entre el anaranjado y el amarillo, representa la prudencia y la sabiduría. Su exceso lleva a la timidez o a la presunción ("síndrome del sabio en su torre de marfil").

VERDE LIMA. Intermedio entre el amarillo y el verde, es el color de la justicia (justeza) y la exactitud. Su exceso lleva a la "robotización" de la vida ("síndrome del contable a toda costa").

AZUL TUQUESA. Es el intermedio entre el verde y el azul, y representa la flexibilidad y la capacidad de adaptarse. Su exceso vendría representado por la conocida frase de Groucho Marx. "Estos son mis princiios; si no le gustan tengo otros".

ÍNDIGO. Intermedio entre el azul y el violeta, es el color de la empatía, la capacida de hacerse uno con los demás. De su exceso se "alimentan" los asistentes y espectadores de los programas de telebasura.

MAGENTA. Es el intermedio entre el violeta y el rojo, y reresenta el desapego; pero su exceso lleva, o bien a la chapuza, o bien al despresio por el cuerpo. Recordemos que, para la kábala, este mundo es una buena cosa.

lunes, 6 de septiembre de 2010


LOS COLORES SECUNDARIOS

El VERDE, como expresión y opuesto que es del rojo, es el color de la LIBERTAD, la SALUD y el RESPETO HACIA UNO MISMO.

El ANARANJADO es la expresión y opuesto al azul, y como este último es el color del amor, significa la ALEGRÍA y el GOZO; pues ¿acaso es amor lo que nos cuentan los "culebrones" de la tele, en los que todo el mundo la pasa fatal?

El VIOLETA, expresión y apuesto al amarillo, expresa la máxima inteligencia, que es la del reconocimiento de la dimensión y la esencia ESPIRITUAL de todos los seres, sin excepción. Por eso el Evangelio habla del pecado contra la inteligencia como el que no se perdona; la Dante, en su Divina Comedia (canto III del Infierno), envía a este lugar a "los que han perdido el don de la inteligencia".